Se abre la pelota con un sutil tajo que recorre toda su circunferencia, se separan las dos partes como un huevo kinder.
Se coloca una malla sintética imantada y muy sensible al cloruro de sodio recubriendo la cámara.
Se vuelve a cerrar arriba de la malla el cuero plástico naranja, con un poco de pegamento.
Se "pinta" la red del aro con un preparado casero y muy sencillo que mezcla cloruro de sodio, agua y cola, o miel.
La poderosa atracción de la malla imantada al preparado de cloruro y miel es mucho más fuerte que la de cualquier imán industrial.
El resultado es el que imaginan, la pelota atraída por la red convierte cualquier tiro al aro en gol.