6 de agosto de 2014

Malos hábitos

Tengo malos hábitos. Vicios aburridos. Cerveza, vino y papas fritas. No hay rock en mi vida, deberíamos charlar largo para definir la palabra droga, y con respecto al sexo, bueno soy reservado, monógamo desde los diecisiete años les dejo a ustedes ponerme el título que quieran.

Cumplí como casi todos ustedes 40 años, me siento espantosamente viejo y sigo almorzando más de una vez a la semana un paquete de Lays. Es probable que me muera por eso.

No tengo la menor idea de como ejercer mi paternidad y mi bondi familiar está entrando como bólido y sin previo aviso en la adolescencia de mi hija mayor.

Sistemáticamente cada vez que alcanzo cierta humildísima y de cabotaje notoriedad pública, a partir de los dibujos, los libros o el diseño, escriben mi nombre mal. Voy llevando la cuenta. Así fui presentado:

Esteban Romero
Esteban Serrado
Gustavo Serrano
Sebastián Serrano
Emiliano Serrano

No es la idea de la crónica pero les adjunto dos de los ejemplos más resonantes para que no me traten de mentiroso:









Y como frutilla: el deterioro físico. El mío, que es el que me importa y el de ustedes como espejo de mi propia decadencia.

Nos veo tan viejos, tan pelados, tetones, panzones, cascarrabias, irritables, babosos, flojos, lastimados, rotos, culones, quejosos, pollerudos.

Habrá excepciones, perdónenme si no las noto.

Hasta el uruguayo, nuestra estrella, nuestra esperanza, nuestra coca cola en el desierto de la juventud eterna, está cada día que pasa, más venido a menos.

¿Qué vamos a hacer? ¿Nos vamos a quedar cruzados de brazos? Llegamos a la curva de la vida, a la mitad de la carrera.

No somos señores, ni hombre de bien. No maduramos. Cambiaron nuestros cuerpos y nuestras obligaciones. Nuestros defectos se acentuaron y nuestras virtudes se volvieron chistosas.

Estoy preocupado por nosotros. Les dejo la inquietud.

Los quiero mucho

Esteban