De Gallina a Gallo
Sabe Dios que soy de los primeros en
marcarle el error. En reírme de sus torpezas. En indignarme con sus
limitaciones. Hasta se me acusó, en su momento, de idear pensando en el, el
premio al “FORRO” que hoy adorna la casa
de otro forro.
Dicho esto, y a pesar de esto, por que lo
quiero mucho desde hace mucho, como dice el protagonista del Príncipe de las
Mareas cuando tiene que decidir entre su amante y su mujer eligiendo finalmente
a esta última: “no es que quiera más a una que a otra, es que a Martha la
quise por más tiempo.”
Retomo el hilo, dicho todo esto, habiendo
aclarado lo mucho que me rompe los quinotos sus excentricidades, tengo que
contarles que estoy sorprendido, que tanto semen atado, como supo ilustrar su
padre, finalmente encontró rumbo.
La Gallina se hizo Gallo, ¿qué quiere
decir esto? no es momento, ni tengo los elementos suficientes como para
aclararlo.
Cuando Ramiro se hizo cargo de la
secretaría de la comisión de Basket de Miércoles no me preocupó por que pensé
que en definitiva no iba a hacer un soto, lo dañino del Gallo es precisamente
cuando hace, si no hace, no se mueve o directamente desaparece es de los
mejores compañeros que uno pueda desear.
Pasó todo lo contario, arrancó medio
dormido y me tomé el atrevimiento, ante la notoria ausencia del actual
presidente, de aconsejarlo en sus primeros pasos. Una vez que se puso en acción
fue una maravilla.
Ramiro es un tipo alegre, y esa alegría
muta casi siempre en hincha pelotas, pero no fue el cas.
Voy a enumerar sus acciones que para mi
son tremendamente auspiciosas, aún sin saber cuales serán sus consecuencias en
el futuro.
01. Llego sonriente, con ese repiqueteo bicicleta en mano, mirando
alrededor y cabeceando como casi siempre, pero esta vez repartiendo subsecretarías
y otros cargos menores a cualquiera que se le cruzase.
02. Lo trajo a Porta, gran aporte y único amigo decente que se le
conoce al margen nuestro. Roa como todos saben nunca podría ser catalogado como
decente.
03. No relató el partido, fue discreto solo molestó a Porta con
comentarios poco oportunos.
04. En el banco al lado de la cancha había un triolé de papitas,
maníes y palitos con cerveza helada para cualquier jugador con baja presión o que
sufriera riesgo de deshidratarse.
05. En la barra del club apareció colgado un cuadro de nuestras
hazañas en un lugar protagónico, quien otro más que el secretario pudo haber
tenido semejante deferencia.
06. Comimos rabas y revuelto gramajo.
07. Supo reservar la cancha para el próximo partido y no cedió a
fuertes presiones externas.
Una vez, un verano, en
la costa, Ramiro con 12 años dejó el libro que estaba leyendo en la silla, me
miró y me dijo: “Este libro no lo leo más, que flor de hijo de puta el
escritor”. El libro era El último de los Mohicanos. Fuera de si, con los ojos
rojos a punto de estallar en lágrimas, insistió: “Que escritor hijo de puta,
habla de mi, el muy forro habla de mi”, no puede ser le dije y le pregunté por
qué, me contestó agarrando el libro y leyéndome el comienzo: “…parado era el
más alto de la tribu sentado el más bajo, era un ser realmente deforme…” dejo
el libro nuevamente a un costado y mirando a la nada, con apenas un hilo de voz
murmuró: “soy yo… el hijo de puta habla de mi…”
Cómo no alegrarme entonces
que la sonrisa de Ramiro finalmente tenga un rumbo y que tengamos la fortuna de
compartir ese camino con el.