9 de febrero de 2011

Canelón, la bola de fuego, táctica y estrategia

Llegué a casa bastante tarde. Fui a buscar la billetera, aparentemente perdida, hasta el estudio, por suerte estaba ahí. Intacta. No es que no me haya dejado nada la experiencia. Me enteré que hay tipos que no se sacan nunca la billetera del bolsillo, en todo el día. Que se sientan en sus puestos de trabajo con semejante mamotreto en el culo. ¿Temor, desconfianza, inseguridad? ¿Hasta dónde hemos llegado?

Alrededor de las 2 de la mañana, y agradecido de tener mucho dinero, le pedí a la criada que preparará el jacuzzi. Olga es una polaca de unos 40 años, alta, pelo enrulado, llegó a casa hace 20 años escapando de algo, que nunca nos contó y que preferimos no preguntar.

A los 20 minutos la vi acercarse trayendo una bandeja con un Gin-Tonic, exactamente como a mi me gusta, y un vaso con hiervas con hielo para mi dedo lastimado. Le pregunté si no era mucha molestia que mientras tomaba mi baño le dictara algunas ideas para la crónica del basket. No me contesto pero apareció inmediatamente con un bloc Lancaster y una Pilot Shaker.


9 de febrero de 2011, Barrio de Colegiales, Buenos Aires, Argentina.

Nunca, hasta ahora un partido se planteó desde la previa como un enfrentamiento entre cerebros. Dos estrategias, dos proyectos de partido. Quizás debido a las significativas ausencias. Nadie puede dudar a esta altura de lo importantes que son para un equipo tipos de la talla del Dumey, el Uruguayo o Mario, ni hablar si para los locales no juegan Ramiro o Daiki o algún otro invento que tengan entre manos para hacerse del triunfo.

Enrico, pobre santo ya no sabe que hacer para ponerle pimienta a su tarea fuera de la cancha, llego al Montañés con hojas A4 con canchitas de basket impresas y circulitos representando a sus jugadores, no tuve la posibilidad de verlas con detalle, pero algo no funcionó o no planeó del todo bien.

Jorge y Nacho V. los líderes del equipo visitante me llamaron a un costado antes del partido. El Gonchi, el cuarto integrante de nuestro mermado team no participó de la charla, o no le interesaba o todo lo de las hojitas A4 de Enrico lo había dejado medio desubicado, como supimos más tarde en realidad estaba en un estado de felicidad ameboso producido por pasar 3 semanas con sus suegros, su mujer y sus dos hijas, y tener cómo única responsabilidad preparar una mamadera en un horario incierto. Cuanto me hace pensar que haya tipos con tanta fortuna. Aparentemente fue a la playa, imagino que no debe haber pagado un centavo de nada, no de agarrado, si no por que nunca estuvo ahí para pagar. Se despertaba a las 12, ya toda la familia, hijos, mujer y suegros, estaban en la playa. Miraba dos horas información en internet u otros medios impresos sobre Rosario Central, refuerzos, amistosos, novedades sociales y administrativas del club, etc. Personalmente creo que es imposible dedicarle a semejante tarea, tanto tiempo, a lo largo de tantos días, solo se me ocurre que era todo una pantalla para ver porno online. A las 2 llegaba la familia a almorzar, a las 4 el gonchi preparaba una mamadera, 20 minutos según dice, se iba toda la familia nuevamente a la playa, el ocasionalmente los acompañaba cuando no se quedaba a dormir la siesta, después tipo 19hs a correr y después cena cocinada por la suegra, videito o casino y a la cama. ¿Qué hice mal? ¿Qué hice realmente mal para no tener esa vida?

Volviendo a Jorge y Nacho V., la cosa es que, como decía, me llaman a un costado y me dicen, “vos vas a ser”, creo que dijeron, “el base”. Debía ser el primero en defender, la punta de un rombo virtual y el último cuando atacábamos. Aunque ahora dudo un poco, por que según lo que pude estudiar el base es un montón de otras cosas, pero bueno en definitiva, mi función era esa, tapar la salida y ser el de más atrás en ofensiva, le dije que si, que bueno, que vamos.

Supongo que Lucas algo de esto escuchó, quizás me vio muy servil o muy obediente, pero se dedicó durante todo el partido a decirme cada vez que pasaba cerca mío “Si, jefe, si jefecito” en alusión a mi relación con Jorge. Muy injusto, somos peones de una estrategia superior, quizás ahí radicó la clave de la paliza que les dimos.

Empezó el partido, con dos equipos absolutamente compenetrados con sus tareas, con las ideas de sus estrategas. Sin especular, con orden pero con furia, tuvimos una paridad impresionante los primeros 20 minutos. El Gallo con un arranque monstruoso, metió uno de los dobles más lindos que se hayan visto en este Basket de miércoles, jugada colectiva muy bien hilvanada por los locales, una pelota que queda levitando en el aire afuera de la llave y el Gallo que entra como una furia, como una bola de fuego flúo (¿qué le pasa al Gallo con la ropa?) como un esperma colorado y clava un doble impresionante. Me emocioné en el momento, me frene para no aplaudir, mi amigo, Ramiro, una persona de muchas virtudes pero quizás no el más coordinado, acababa de dibujar en el aire una estela de luz, violenta y reveladora. Quizás lloré, no recuerdo bien.

El partido se mantuvo dos a dos durante un buen tiempo, hasta que El Gonchi empezó a meterla, ridículamente muy por encima de su promedio habitual de 2 o ningún tantos. Triples, dobles, bandejas, piques al vacío. Sólo un hombre feliz, sin obligaciones, con la mente fresca, puede evidenciar semejante cambio. De ser un jugador rezongón y vergonzante a este cúmulo de virtudes. Un hombre sin culpas, un hombre iluminado. Sus vacaciones, señores, no hablemos de pretemporada, no seamos crédulos, presenciamos anoche la refundación de un ser humano, un nuevo camino, un mesías que nos dice que la única luz, el único camino es: abandonarnos.

Enrico se puso loco, sus jugadores ya no respondían como bolitas en el papel. Sus diagramas de Ben, sus jugadas preparadas ya no surtían efecto. Y ahí vimos lo peor de este líder, de este estratega. Insultos de todo tipo: “¡No estamos jugando a nada!” “¡Se olvidaron todo!” “¡Gallo esa no es tu posición!” “¡Somos dos contra cuatro!” “¡¡Putos!!” “¡¡¡Traidores!!!” etc. Ya sabrá Enrico quiénes son o quiénes fueron esos dos jugadores que no jugaron, los que se escondieron, los traidores, no quiso sin embargo hasta ahora revelar sus nombres.

Con el partido ya cocinado, con una diferencia de más de veinte puntos, me lesioné y tuve que salir de la cancha. Puedo decir contrario a lo que se supondría, que me divertí bastante, sobre todo viendo de más cerca esa bola de mala energía contenida que es Enrico, viendo al Gallo treparse sobre Nacho V. como un chico que pone la estrella en un árbol de Navidad gigante. También ver desde afuera la ¿traición? de Roa al cambiar de equipo, nunca tan activo, tan contento y charlatán como a partir del momento en que abandonó a sus viejos compañeros. Jorge muy criticado por sugerir que tener la pelota con una mano no era lo mismo que con dos. Pero de todos los sucesos, hubo uno que sobresalió del resto:
El Gallo le estaba propinando una marca física a Nacho V. quizá al borde del reglamento o directamente fuera de el. Le quitó la pelota y Nacho se quedó paralizado, cinco segundos después se cayó, demasiado lentamente, al piso, según lo que pude ver, y una vez en el piso empezó a amasarse para un lado y para el otro, con todo su cuerpo estirado, pero las manos bien pegadas y la piernas cerradas, como una alfombra enroscándose, un canelón remojándose en la salsa. Temí lo peor, le dio el bobazo pensé, el famoso patapufete pisco-social. Tengo que admitir que yo ya andaba preocupado por su salud (ver crónica anterior) pero la serie de movimiento que le ví hacer, me hicieron pensar en ambulancias, hospitales y cosas espantosas. Sería interesante saber que fue exactamente lo que pasó.

Ah! Creo que EL Triplero metió algún que otro triple.

Bueno muchacho, me dice Olga que ya esta cansada que mañana la seguimos.

Chau