25 de octubre de 2017

No creo en Dios


No creo en Dios. Momento. No es verdad. Me corrijo. Lo escribo mejor: Casi nunca creo en Dios. Me gustaría, lo intenté, no pude. Por otro lado y aunque parezca contradictorio rezo mucho, todo el tiempo. No se a que le rezo. Pero recito como un mantra las oraciones de siempre, las de toda la vida. Creo en eso. En un especie de conversación con el misterio, con lo oscuro, con lo que no se ve. Me alivia y me hace sentir acompañado.

Hace cinco años, más menos, una pintora que compartía taller con Lula nos invitó a su cumpleaños de 40. Era en Palermo, en un bar. Llegamos tarde. El lugar era muy chiquito, no conocíamos a nadie, todo el mundo bailaba. Serían 50 personas. Nos pusimos a bailar nosotros también. Bailábamos sin hablar porque la música estaba muy fuerte. Visto desde afuera podía llegar a parecer divertido. En algún momento no se porque me puse a repetir al ritmo de la música y como para adentro: Hop hop hop. Bailaba y repetía eso. Me ayudaba a soportar ese especie de infierno. Después, me arrepiento, compartí el descubrimiento con Lula. No duramos ni 10 minuto más en el lugar. El hop hop hop que me había hecho tolerable dos horas de baile en silencio, compartido ya no valía nada. Quiero decir con esto que hay una intimidad que no se cuenta, que es, pardójicamente, lo que intento hacer escribiendo esto.

Ya me doy cuenta que es imposible.

Leí hace poco una frase de San Agustín que es así, que más o menos es así: Si lo pienso lo entiendo, si lo digo no lo entiendo más.

Escribo esta crónica porque no fui justo, el miércoles, al no compartir mi experiencia real en el asunto de los retiros. Sobre todo con Lucas que me preguntó y de vergüenza le contesté evadiéndome. No es que no haya sido justo conmigo o con ustedes. No fuí justo con la experiencia en sí. Una experiencia que me hizo mucho bien.

Hace tres años me invitaron a un retiro. Un fin de semana. Me explicaron que no era religioso (me mintieron) o mejor dicho que no hacía falta creer ni ser cristiano ni nada (era verdad). Pensé que ni en pedo iba, pensé ya mismo contesto que no, me reí de la persona que me invitaba, para adentro. Dije que si.

No conocía a nadie, lo que fue un alivio, Fuí porque el estado avanzado e hiper ramificado de mis múltiples manías entre sus síntomas no me deja decir no.
La gente que había ido al retiro, en general, estaban como yo con diferentes intensidades. Algunos sin laburo, otros deprimidos, otros zafando del chupi o de las drogas, uno que lo había dejado la mujer, un jubilado que no sabía que hacer, un ex futbolista. Casi nadie quería estar del todo ahí. Sentí lo mismo que sentía, toda mi infancia, en la colonia del club.

Al final la pasé muy bien.

El año siguiente me invitaron del mismo retiro a dar una charla. La charla era sobre la conversión de Saulo. Pensé que ni en pedo iba, pensé ya mismo contesto que no, me reí de la persona que me invitaba, para adentro. Dije que si.

No di una charla sobre Dios, no hubiera podido, pero hablé de Ananías y del Otro y que de lo poco que entendía de la vida me daba cuenta de que no hay posibilidad de felicidad sin una dimensión de los demás vivida desde el amor. Hice dibujos. Hubo risas, llantos y aplausos. Juré, ahora si, no volver más.

Al año siguiente me invitaron de nuevo. La charla sería esta vez sobre el buen Samaritano. Pensé que ni en pedo iba, pensé ya mismo contesto que no, me reí de la persona que me invitaba, para adentro. Dije que si.

No di una charla sobre Dios, no hubiera podido, pero hablé de que todos corremos, más o menos, la misma suerte, hablé de los desconocidos y de la atención, del dolor y de las injusticias. Hice dibujos. Hubo risas, llantos y aplausos. Juré, ahora si, no volver más.

Este año me volvieron a invitar, y ahora si, finalmente, con gran esfuerzo, dije que no. Me preguntaron por qué, les contesté: No creo en Dios.

22 de marzo de 2017

Capítulo 02


Trabajo en un estudio de diseño. En el mismo lugar desde los 21 años. Vivo de diseñar, más que nada, packaging. Decoro cosas que contienen a otras. Mi oficio tiene mucho de envolver y poner moños. Con eso pago el colegio, los clubes, la prepaga, las expensas, la señora que viene tres veces por semana a limpiar a casa, un crédito hipotecario, un crédito personal, la escuelita de fútbol, ballet, un profesor de guitarra y piano, un profesor de batería, el supermercado y entre otras varias cosas este viaje a Olavarría.


El martes que viene me junto con un amigo que labura en una aseguradora. Me convenció de contratar un seguro de vida. También lo van a pagar los frutos de mi oficio.


No manejo ni tengo auto. Por lo que escucho todo el tiempo me ahorro un montón de plata. Aprendí con los años que el hecho de no manejar no sólo perturba a mi círculo más cercano sino que genera enojo y malestar en personas que apenas conozco. Mi mujer es pintora. Si alguna vez planean comprar un cuadro o sueñan con tener una pequeña colección de arte se las recomiendo. Se llama Lucía. Tengo dos hijos que van al mismo colegio al que fuimos sus papás.


En el estudio donde trabajo hacemos una cosa que se llama Viernes Gourmet. Nos turnamos para cocinar cada quince días. Participamos todos. Desde el dueño hasta el pasante.


Hace varios meses contratamos una nueva recepcionista, se llama Patricia. Es celíaca en un grado bastante alto. Es paradójico pero desde que empezó a trabajar en el estudio los platos de los viernes se hacen cada vez con más harina. Somos apenas una muestra de las cosas malas que pasan, porque si, en el mundo.


El viernes que nos íbamos a Olavarría era Viernes Gourmet. El estudio queda en Olivos. A las 3 nos juntabamos en la oficina de Mauro y Lucas, viajabamos en el auto de Mauro. La oficina queda en Marcelo T. y Libertad. Le pedí a Patricia un remise para las 2 y media. Comí una hamburguesa de cerdo muy cheta y me tomé tres vasos de cerveza. Cuando tocó el timbre el remisero yo ya estaba un poco tocado. Alegre. Me pidió que me siente adelante. Jamás lo haría por motu propio, es algo que siempre me cayó mal. La culpa la tiene mi viejo. Él tiene por costumbre sentarse adelante en taxis, remises, camiones de mudanza, combis y cualquier transporte que venga con chofer rentado. Se sube y se sienta de prepo a la derecha del conductor. Les da charla, los picantéa, tira temas polémicos, se hace el amigo. Si viajás con él, el viaje siempre es raro. Sobre todo si sos el hijo.


Mi viejo tampoco maneja.


El chofer del remise se llamaba Gustavo, tendría entre 20 y 30 años. Él también viajaba a ver al Indio. Se iba el sábado con la novia. Me contó que a él mucho no le interesaba el recital pero que la novia era fan. El prefería La Renga o Callejeros. Dejaban a la hija con los suegros y bien temprano le metían para Olavarría. Se iban a volver apenas terminara el recital, los dos laburaban el domingo. Fuimos hermanos, simulando un ricoterismo que no teníamos. Al pedo, codo a codo, hasta el centro.


Cuando empezó a morir la charla, a la altura de la cancha de River, prendió la radio.


Uy mirá, que justo. Esta canción es del Indio, del último disco me dijo subiendo el volumen.
Me parece que sí, temazo le contesté, pero la verdad no tenía la más mínima idea. La canción era Welcome to the Jungle de Guns N’ Roses. Nos quedamos callados. Nos hicimos los giles. No hablamos más el resto del viaje.

Le pedí que pare en un cajero por Cerrito. Tenía que sacar plata, no tenía un mango. Estaba nervioso no se bien porque, puse mal la clave dos veces y me anularon la tarjeta de débito. Rock.

27 de julio de 2016





















La foto



Sobre un rectángulo negro,
de izquierda a derecha, 
de arriba a abajo:

Un palito blanco, en diagonal

Cuatro palitos blancos, más gruesos,
elevándose en escalera
envueltos en un halo azul violeta

Los dos del medio, más juntos, más amigos,
los otros dos más en la suya
El primero solo, rezagado
el de la derecha, punta de lanza
macho cabrío
un poco más grandote
Los dos del medio, por su cercanía
generan un halo más potente
casi la cara de un hombre
(quien pudiera)
me parece ver hasta el pelo y el bigote
quijotescos los palitos amigos dejan de ser ellos
y se convierten en ojos, en unidad, en parte.

Más abajo:

Guión azul

Mini "ese" amarilla

Un papá noel rojo y lejos

La punta de la barba de Alonso Quijano

Después un redondel lila, casi rosa

Una nariz pegada a una boca
y otro redondel lila casi rosa
que al aparecer convierte todo en otra cara

A la derecha, cerrando el renglón
dos manchas azules yéndose

Más abajo:

Un punto blanco grande

Un punto rosa muy claro con filete rojo y unas nubes, sutiles, coronándolo

Algo pegado al borde derecho del rectángulo negro, apenas

Cierra la composición un gusano levantando la cabeza
contemplando todo
agradeciendo la amistad
festejando al oso

29 de junio de 2016


Carta abierta a quien se te cante, cuando se te cante.
























Todos tenemos derecho a escribir la carta abierta que se nos cante. Es más, quizás sea nuestro derecho primordial. Ponele que tenés, por razones de fuerza mayor, que eliminar todos los derechos y quedarte con uno solo, escribir la carta abierta a quien se te cante sería el derecho con el que te tenés que quedar. 
Y todos son de palo menos el destinatario de la carta abierta, el te puede mandar al carajo. Es un riesgo, pero es la parte más importante de este diagrama de Ben. El derecho de decir y el derecho de que caiga como el orto. Supongo que todas las cartas abiertas deberían tener como ingrediente obligatorio el amor. El amor por el destinatario, aún cuando la carta abierta sea una carta de odio o de reclamo o de perdón o de injurias o de amenazas o de secuestro. El amor como agente tangencial a lo largo de la carta es vital. 

Uno debería escribir una carta abierta al menos una vez al mes.

Listados de cartas abiertas ejemplares:
Carta abierta al Papa
Carta abierta a papá
Carta abierta al presidente
Carta abierta al ex presidente
Carta abierta a Messi
Carta abierta a Cachito Vigil
Carta abierta a Lollo
Carta abierta a Bob Dylan
Carta abierta a Victor Hugo Morales
Carta abierta a Luis Majul
Carta abierta a Obama
Carta abierta Benjamín «Bibi» Netanyahu

Estas cartas abiertas ejemplares las puede escribir cualquiera, las pongo a modo de ejemplo y porque no de guía. 

Después están las más personales, cada uno sabrá a quién se las escribe, le armo un listadito de mis cartas abiertas pendientes:

Listados de cartas abiertas personales:
Carta abierta al Papa
Carta abierta a mi papá
Carta abierta al presidente
Carta abierta al ex presidente
Carta abierta a Messi
Carta abierta a Cachito Vigil
Carta abierta a Lollo
Carta abierta a Bob Dylan
Carta abierta a Victor Hugo Morales
Carta abierta a Luis Majul
Carta abierta a Obama
Carta abierta Benjamín «Bibi» Netanyahu


Entre las cartas abiertas más famosas de la historia, destaco tres que me conmovieron.

01. Telegrama de Churchil al Comandante Patton en plena guerra:

«E.t.d.o: Patton. Ha hecho todo mal. Condenado hijo de una perra. Acabe con los bastardos. Antes del lunes. Siempre suyo.
CH.»

02. Carta abierta de Ricky Martin a Donald Trump:

«El hecho de que un individuo como Donald Trump, candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el partido Republicano, tenga las agallas de continuar acosando 'gratuitamente' a la comunidad latina me hace hervir la sangre.
¿En qué momento este personaje asume que puede hacer comentarios racistas, absurdos y sobre todo incoherentes e ignorantes sobre nosotros los latinos?
Desde un principio su intención era transparente: decir básicamente barbaridades y mentiras para permanecer relevante ante la opinión pública, por votos o simplemente para mantenerse en el radar mediático.
El episodio de ayer contra el periodista Jorge Ramos, uno de los latinos más queridos y respetados por los medios en el mundo,llega al punto del basta ya.
Jorge Ramos estaba haciendo SU TRABAJO como periodista en una rueda de prensa a la cual compareció de forma libre y democrática, en representación de una de las cadenas de televisión latinas más importante en el mundo y con el mismo derecho de libre ejercicio de la profesión que tienen todos los periodistas.
Pero este nuevo personaje de la política estadounidense lo agrede verbalmente y lo expulsa de la rueda de prensa.
No me sorprende esta acción de Trump, lo que sí me sorprende es que los hispanos continuemos aceptando las agresiones y acusaciones de individuos que como él atacan nuestra dignidad.
¡BASTA señores!
Si estamos unidos para unas cosas debemos estarlo para otras. Ya hemos demostrado a los Estados Unidos quiénes somos los latinos y este comportamiento no lo podemos permitir.
Tenemos que derrotar ese poder que pretende mostrar Trump sobre los latinos, anclado en un retórico y bajo discurso xenófobo del que su equipo de campaña parece estar convencido que le funciona.
Demostremos que nuestra raza latina se respeta, no dejemos que un aspirante a político siembre su campaña en el insulto y la humillación. Demos a respetar a esas primeras generaciones de latinos que llegaron a Estados Unidos y abrieron camino para nosotros. Cada derecho que tenemos hoy lo hemos luchado.
La xenofobia como estrategia política es lo más bajo a lo que se puede llegar en busca del poder. Este es un asunto que nos une y nos toca combatirlo unidos, no solo por nosotros hoy sino por la evolución de la humanidad y los que vienen en el futuro.
Ricky Martin.»


03. Carta de Honoré de Balzac a la condesa Eveline Hanska:

«Estoy prácticamente loco por ti, tanto como uno puede estar loco: no puedo unir dos ideas sin que tú te interpongas entre ellas. No puedo pensar en nada más que en ti.»


Una carta para ser abierta, al margen de estar dirigida para alguien puntual o para un conjunto de personas, deber ser accesible a todo el mundo, cualquiera tiene que poder leerla, por eso se le llama carta abierta.

 Adelante amigos, a escribir.

09 de marzo de 2016

José Luis Cucciufo



Vos estás sentado pancho en la tuya, haciendo tus cosas, en el pasto o en tu casa o en el baño o en tu despacho, sin pensar en nada, no inventaste nada, hacés más o menos los mismo que todo el mundo desde que el hombre habita la tierra.

No le hacés mal a nadie. Podrías estar haciendo cualquier cosa, podrías estar haciendo Gancia en una olla o metiendo Lemoncello casero en el freezer porque tiene tanta graduación alcohólica que no se congela

Estás sentado, en un momento privado, tuyo y normal.

Pero puede pasar, sin que te lo esperes para nada que alguien se meta abruptamente y sin avisar en tu cerebro. Hoy con las nuevas tecnologías, se puede a través de las ondas de tu celular mandar una señal tipo GPS que capture tus pensamientos y los transmita claramente a una computadora. Cuesta una ponchada de guita, pero hacer se puede hacer.

Y no se ustedes, pero si por algo no respondo es por mis pensamientos, después en el día a día con mis actos soy un forro como cualquier otro, pero mis pensamientos son una monstruosidad y una vergüenza. Mis pensamientos están sucios, apestados y enfermos.
A veces, en momentos de reflexión, me pregunto como puede ser que piense semejante cosa, que me pasa, pero después me olvido y sigue rodando la película más insólita del mundo.

Soy una persona afortunada pero poco agradecida. No desagradecida sino poco agradecida, de hecho soy consciente de mi fortuna, de mi suerte. Mis problemas, que muchas veces me nublan y me paralizan, son sencillos, chicos, los que me imagino habituales en un hombre urbano acomodado. No agradezco como debería esa intimidad de poder resguardar hasta el día de hoy mis pensamientos. Hoy, para variar agradezco no haber sido sorprendido, no haber sido violentado por fuerzas extrañas en mi intimidad. Cuando digo fuerzas extrañas pienso sobre todo en mi mamá, mi mujer, alguna de mi hermanas y potenciales secretarias.

Son esas cosas que uno piensa, algunas son boludeces. Esta mañana en el bondi pensaba en que en general nos falta plata. No me hubiera molestado que me sorprendan pensando eso, pensaba en que con lo caro que está El Montañés nos falta plata. Eso necesitamos.

Quiero que exista una cañería de guita. Un tubo que recorra los doce meses del año. Con un flujo de billetes permanente. Y que todo consista, en meter la mano y sacar lo que haga falta. Si tenemos que ir al super, o llamar a un delivery o ir a comer afuera, vamos al tubo. Nunca deberíamos enterarnos de quien llena el tubo, de quien lo hace funcionar, eso arruinaría todo. Eso pensaba.





21 de octubre de 2015

La bola loca del Dr. Carlos.
La modalidad es tan sencilla como antigua. Alcanzó fama internacional por ser causal del bochornoso episodio que dio origen a la creación de la NBA el 6 de junio de 1946.

Se abre la pelota con un sutil tajo que recorre toda su circunferencia, se separan las dos partes como un huevo kinder. 

Se coloca una malla sintética imantada y muy sensible al cloruro de sodio recubriendo la cámara.

Se vuelve a cerrar arriba de la malla el cuero plástico naranja, con un poco de pegamento. 

Se "pinta" la red del aro con un preparado casero y muy sencillo que mezcla cloruro de sodio, agua y cola, o miel. 

La poderosa atracción de la malla imantada al preparado de cloruro y miel es mucho más fuerte que la de cualquier imán industrial.

El resultado es el que imaginan, la pelota atraída por la red convierte cualquier tiro al aro en gol.


30 de septiembre de 2015

Negro Bruto
El Negro te ensarta como Bruto a Cesar. No lo duda, te la clava hasta el fondo, pero de frente, te mira a los ojos, te rodea con un brazo y con la mano del otro empuña la daga y te atraviesa como Marco Junio Bruto. 

Ojo, respeto eso.

Me parece de valiente que por conveniencia personal y mirándote sin titubear te deje garpando, justo cuando vos fuiste el único que contra todos luchó para que sea parte formal del Basket.

El ladrón cree que todos somos de su condición, por eso MFS e ID dicen que lo mio es joda, provocacion o bulin. Todo lo contrario.

La verdad es que más allá de cualquier inconveniente, fue lindo lo del carnet, nos emocionó a todos, estuvo diez puntos el secretario, no desentonó el presidente. esperabamos algo más del Negro, pero el guacho tiene corazón de pollo.

Se acerca fin de año y con diciembre llegan también las elecciones. Como en cualquier lugar, en cualquier época de la humanidad, se esperan horas turbulentas. Tenemos algunas certezas, la dupla Ramiro-Mauro, con su peronismo nacional y populista, se vuelve a presentar, las encuestas los favorecen. Hay rumores de que Mario y El Uruguayo están armando algo, una plataforma Stalinista basada en el control y el ahorro. Paposa que anda desaparecido estaría con ganas de presentarse, dice gente muy allegada que iría con el Negro como secretarío, le habría ofrecido a Lucas el puesto pero como era de suponer el triplero se excusó aclarando que el trabaja solo y que se siente mucho más cómodo haciendo lobby desde afuera que atado a cualquier gobierno.

Si todo sigue como hasta ahora, habrá reelección por primera vez en la ya larga historia de Basket de Miércoles, este cronista no cree que eso sea bueno, considera que la alternancia es fundamental para cualquier proyecto colectivo, pero si esto terminará sucediendo habrá que acatar y seguir aportando como siempre nuestro grano de arena.

Es preocupante por otro lado y hay una pregunta que todos deberíamos hacernos: ¿cómo es posible que después dos años de desgobierno la única alternativa opositora posible sea una dupla que tiene como base los regímenes más duros del siglo veinte? ¿qué nos pasó?

Un informante muy cercano, del que obviamente no puedo dar su nombre, me acercó un papel con diez puntos que sintetizarían los objetivos de gobierno de Piccinni y D'Adamo:

01. Puntualidad.
02. Se suspenden las duchas post-partido
03. Menue fijo.
04. El que pide postre no como salado.
05. El que pide café no toma soda.
06. Se retiran los carnets y se reparten "libretas únicas de participación" donde se anotarán sanciones u otras observaciones.
07. Investigación inmediata de los ex gobernantes y suspensión hasta aclarar puntos oscuros.
08. Se comeran facturas antes del partido.
09. Se tomará café con leche antes del partido.
10. Inversión extraordinaria para comprar tiza.

Estamos mal, lo sabemos todos, como vamos a estar, no lo sabe nadie.

2 de Septiembre de 2015

Pocas palabras siempre son mucho.




La cerveza fresca, ocre a la poca luz del Montañés, los hermanos reunidos en una variante del ritual de cada primer miércoles de mes, y la satisfacción de lo que se suspende, en el aire.

Eramos cinco y estábamos pasados de la hora de la reunión apenas unos minutos, que no íbamos a tener basket parecía un hecho consumado, salteábamos ese casillero y nos disparábamos placenteramente directo a la cena sin la previa gesta deportiva.

Gonchi, Negro, Mauro, Lucas y yo. Faltaba el Uruguayo y si llegaba me sentía confiado de convencerlo de que esta vez no juguemos, que charlar, comer y seguir tomando era lo mejor que podíamos hacer. 

El Uruguayo hizo su aparición como una bola de fuego escupida por un volcán que recién entra en erupción. La mirada perdida, sin brillo en los ojos, pasó sin vernos trotando a la cancha de baldosas colegiales donde intentamos jugar al basket cada vez.

Le chisté desde la mesa bananeándo la situación. Intenté poner cara de "se suspendió piscuí sentate con nosotros" me miró dos segundos y me heló la sangre. El Uruguayo escaneó la mesa, nuestras posiciones, las cervezas, las papas fritas y manies, detuvo su recorrida óptica en nuestra ropa para nada deportiva. No hizo falta mucho para que nos vayamos levantando uno a uno, agarremos los bolsos rápido y con cara de preocupados lo sigamos hasta la canchita.

En fila india , el iba diciendo para adentro: "Se juega, acá se juega, no me vine corriendo desde casa para suspenderlo", eso dijo apenas. Pero con el uruguayo pocas palabras siempre son mucho.

Yo escuché esto:
"Ahora vamos a jugar como hombres. Nunca miren a la tribuna. El partido se juega abajo. Ellos son once y nosotros también. Este partido se gana con los huevos en la punta de los botines"

Jugué como pude un partido muy físico, en un estado de mormosidad etílica, me desgasté en el duelo personal con el Negro que o estaba dopado o empezó a entrenarse con personal trainer hace meses. El uruguayo me hizo saber cuando terminó el partido lo decepcionado que estaba con mi rendimiento, sencillo como es, con un "jugaste como el culo" me graficó su postura.

Los líderes son así, más los uruguayos. Pueden oler la deserción y el abandono a cuadras de distancia. Y en mi cabeza, tengo que admitir, el partido se venía suspendiendo desde las cuatro de la tarde.

Yo quería tomar cerveza y este se creía Obdulio Varela, una grieta insondable.

Los uruguayos están majaretas.




8 de julio de 2015

Extraterrestres


Cuando llegué al montañés P., M. y D. tomaban cerveza y comían papas a la provenzal. No se sorprendieron al verme llegar pero cambiaron de tema abruptamente.

P. había avisado que no jugaba ni participada de la cena, se fue como vino, entre sombras.

Este último año el gobierno actual, frente a mi sorpresa y la anuencia de casi todos, polarizo conmigo permanentemente. Llegaron hasta cambiarme el nombre, me pusieron un nuevo apodo, que el grupo adoptó enseguida, el secretario R.G. tuvo la malicia de compartirlo con mi mujer, que lo encontró de lo más gracioso, de hecho fue la primera vez en 24 años de relación de pareja que algo que comenta R.G. ella lo encuentra gracioso.

En síntesis para muestra vale un botón, me hicieron pelota.

Pero pasan otras cosas en nuestro basket, cosa que nadie quiere ver.

D. y R.G. se sentaron juntos en la cena post-partido, R.G. estaba emocionado, acababa de recibir un aplauso muy conmovedor de todo El Montañés, conocidos, desconocidos, mozos, cocineros, personal de limpieza, vejestorios timberos, todos. Hasta al más duro de nosotros se sensibilizó con la calidez de semejante gesto. El secretario había pasado una mañana muy difícil, expuesto por sus inadmisibles errores, por el poco apoyo de su líder político y estaba al tanto, obviamente, de la reunión convocada por P. antes del partido. El pobre estaba mal. En ese momento, en ese estado de vulnerabilidad absoluta y soledad R.G. fue abordado por D. con el asunto de los marcianos.

En la mesa estábamos dispuestos, de derecha a izquierda, así:
Yo
L.A.
D.
R.G.
M.
M.S.
C.
M.C.A.

L. se fue rápido, D. y R.G. armaron dupla, y M.C.A., muy expansivo, lideraba el trío a mi izquierda compuesto por M., M.S. y C. Yo quedé bollando.

D. y R.G. hablaban de extraterrestres, los dos afirmaban que creían que existían pero que era imposible que alguien los hubiera visto. R.G. todavía emocionado, y lloraba de a ratos, contaba como se había peleado con su familia porque nueve de diez en una reunión navideña decían que habían visto extraterrestres.

D. todo lo que hacía mientras R.G. le hablaba era reírse, comer más rabas que el resto y darle la razón a cuanta pelotudez R.G. dijera. Y todo frase la encabeza con un "Yo como neurólogo..."

"Yo como neurólogo creo que los extraterrestres existen pero todo aquel que diga que vio uno es un mentiroso"
"Yo como neurólogo siempre digo que todo el que dice que vio un ovni es un pobre idiota"
"Yo como neurólogo...."

R.G. lloraba pero iba recuperando la autoestima a cada "yo como neurólogo" que D. decía.

Pasando la mitad de la cena R.G. estaba insoportable, todo era risas y comentarios sarcásticos a cualquiera que pensará diferente a él.

Lo aplausos (pienso ahora ¿espontáneos?) y D. consiguieron en menos de dos horas darle a R.G. un agrande imposible de soportar.

Un peligro.

M.C.A. en otro sector de la mesa, se esforzaba por que alguien le diera bola, pero R.G. estaba decidido consciente o no de que iba a ser la estrella de noche. D. guardaba silencio, la mecha estaba encendida, su parte del plan cumplida a la perfección.

Son épocas raras, la continuidad del basket pende de un hilo. Hay gente del pasado apalancada en figuras nuevas que están cocinando algo oscuro y con mal olor.

Para cerrar la noche, nos enteramos  por un ex-secretario que la próxima fecha es el 5 de agosto, ¿R.G. cree que esa tarea ya no es digna de su persona? ¿está para cosas más grandes? ¿perdió el norte? ¿se agrandó?

No soy neurólogo pero la noche fría empieza a bajar sobre nosotros, espero de corazón que no sea larga.


15 de abril de 2015

Mi taxista, un tenista y yo.












El basket se está despidiendo, se nos escurre entre los dedos, en gran parte por culpa de esta comisión.

Quizás debamos volver al fútbol 5, es más para nosotros. Es un deporte deforme que bajo el disfraz de divertimento social, de encuentro de amigos o de aislados desafíos, nos enfrenta a un grupo de ya viejos chotos con la más patética versión de nosotros mismos.

No digo que sólo lo juguemos varones de cuarenta, pero noto que cuando un grupo que cumple esa condición lo hace, el evento adquiere su pico más alto de horribilidad, por lo tanto define y representa a la actividad en sí misma.

Se suele decir “Messi es el fútbol”, me baso en el mismo parámetro.

Hace unos años, de noche, después de jugar y perder malamente un desafío contra los ex compañeros de colegio de la mujer de un amigo, caminaba por Nuñez buscando un taxi.

Encontrarlo no fue una buena cosa.

Nunca me gustó elegir el taxi en el que voy a viajar. No me gusta. No me gusta evaluar su apariencia, ni si fuma el chofer o no fuma, si es radio taxi o un auto semi destruído deseoso de secuestrarme.

El taxi que elegí esa noche en Nuñez hubiera sido descartado por cualquier sommelier de taxis más o menos sensato.

El chofer, un viejo desparramado en su asiento, envuelto en humo, humedad, abandono y olor a perdida me ayudó a abrir la puerta de su Renault.

Le di la dirección de casa, me miró por el espejo y con el movimiento de sus ojos, azules y acuosos, me dio a entender que la información había sido recibida correctamente.

Los ambientes, el espacio que comparto con el resto de las personas siempre me afecta enormemente y no puedo resistirme. A los segundos de compartir viaje, me fundí y tomé como mío todo lo que ese taxi implicaba.

La depresión, el encierro, la mugre, las oportunidades desperdiciadas, la injusticia y la marginalidad que le atribuí se me pegaron por todos lados.

Éramos una sola cosa y viajábamos como podíamos para casa.

Doblando por Congreso, pegados a la vía, mi taxista hizo una maniobra que sintetizaba su desprecio por nuestra existencia encerrando a una lustrosa 4x4, pasándole finito y ubicándose delante suyo, rezagando al tanque lujoso y obligándolo a maniobrar de acuerdo a nuestra voluntad.

Yo estaba entregado a la experiencia, no medí riesgos, no me asusté, tampoco imaginé que el conductor de la 4x4 iba a verse tan afectado en su autoestima de macho argentino como para empezar a perseguirnos como un demente.

Una persecución berreta y con interrupciones por las calles adoquinadas de Nuñez hacia Belgrano. Con insultos y amenazas pero respetuosa de los semáforos. Por mi parte mantuve el silencio, no le pedí nada a mi taxista, no me importaba, iba adormilado por el rancio perfume de la humedad, preocupado apenas por el asma que empezaba a hacer su gloriosa aparición en mis pulmones, respondiendo al llamado de los ácaros del entorno.

Finalmente nos interceptó, se cruzó y derrapó virílmente, como en Swat o en Sheriff Lobo. El conductor se bajó y encaró al viejo para destruirlo.

Era un fino tenista, prolijo, canchero, musculoso, cuarenta años mejor llevados que los míos. Si hubiera estado viajando con él no me sentiría tan sucio ni tan asmático, si probablemente más lindo, más garca y más proclive a vengarme de la ofensa del viejo taxista.

El tenista se asomó a la ventana abierta del taxi y empezó a golpear violentamente al tachero que no se defendía para nada, o eso parecía.

La lluvia de puños, saliva e insultos logró finalmente sacarme de mi parálisis.

Intervine.

Desde el asiento de atrás me puse entre el viejo y el tenista, devolviendo las trompadas que el taxista no daba. Me sorprendieron los pinchazos y la sangre.

Lo que no sabíamos, ni el tenista ni yo, era que el viejo tenía una punta oxidada, una navajita con la que sistemáticamente y con prolijidad fue transformando en colador al cancherísimo conductor de la 4x4, yo fui solamente daño colateral del accionar guerrillero.

Llegó la policía. La sorpresa y la sangre hace rato habían suspendido la pelea.

Al tenista se lo llevó una ambulancia, la cárcel fue el destino de ese monstruo de dos cabezas que éramos mi taxista y yo.

Pensándolo bien, lo del basket no es tan mala idea.

25 de febrero de 2015

Mirta



Es necesario que existan personas que asuman roles incómodos. Personas que nos interpelen. Que rompan con el status quo. 

El sentido común de los pueblos es eso que termina, en último caso, dominándolos.


Lo correcto, lo que se espera, lo que está bien, como contraposición de lo raro, lo deforme, lo marginal.


Nosotros, esta pequeña muestra que somos, este micro-espectáculo que damos un miércoles por mes, no es la excepción a la regla.

Hay dos equipos, y en esos dos equipos personas que cargan o llevan, asumen una etiqueta, algo que los caracteriza y que tranquiliza al resto mientras aceita los engranajes de una relación que lleva años funcionando.

Cada uno espera del otro algo que inevitablemente pasa y que nos da seguridad.


Estará el que con sus codos nos lastime, el que haga trampa, el que corra sin sentido como un demente, el calentón, el que tiene anécdotas, el piedra, el mentiroso, el meticuloso, el pajero, el degenerado, el gordo, el pelado, así es, así deberá seguir siendo.


El sentido común nos dice que sino queremos tener problemas, sino queremos sufrir, sino queremos morir, hay que respetar a raja tabla esos roles, esos lugares.


Es como con las armas, hay gente que está preparada para usarla y gente que no.

A mi no me gustan las armas. Mis miedos no tienen nada que ver con cosas de las que las armas puedan protegerme. La virilidad que representan o la adrenalina de dispararlas juegan en ligas diferentes a la de mis gustos y placeres.
Después está el tema filosófico, la razón menos importante, en una vida tan corta como la nuestra esas construcciones intelectuales acerca de los porque si o porque no, me parecen una perdida de tiempo, y sin embargo son las argumentaciones que más uso. En ese sentido puedo decir que no me gustan las armas porque son aparatos ideados para matar. Con sus arandelas, sus compartimientos metálicos, sus botones, sus seguros, gatillos y trabas, sus bellísimas formas y su masculinidad, tienen un fin y ese fin es la horrible búsqueda de descolgar a otro ser de ese hilo ¿invisible? que le permite interactuar con el resto de las cosas de este mundo: su vida.


Todo eso me pasa con las armas y sin embargo una de las cosas más peculiares que viví está relacionada directamente con su uso.

¿Por qué? por tonto, por salirme del camino, por portarme como un idiota. Todo esto pasó un fin de semana largo, que es justamente donde pasan casi todas las idioteces de este mundo.
Un fin de semana largo en el campo del novio de una amiga de mi mujer al que nunca quise ni debí ir.

Los detalles no tienen ninguna importancia, pero para ser justo tengo que aclarar que hasta el lunes a las tres de la tarde del fin de semana largo que pasé en el campo del novio de una amiga de mi mujer, todo estuvo bastante bien. Con las debida cuota de hipocresía y mentiras, cancherismo y anécdotas falsas que tuve que poner en juego para subsistir en un grupo de personas que claramente representan mi kriptónita. Soy bueno para eso, para encajar, porque mi apuesta es por el género humano en su totalidad, y cuando veo un tipo que es todo lo contrario a lo que me cae bien, también veo, como en pantalla partida, el componente orgánico que tenemos en común. Ojos, manos, piernas, uñas, el amor por el fútbol y la inevitabilidad de la muerte.

Bueno, no me quiero distraer mucho del verdadero motivo del relato. A las tres de la tarde y en pleno post asado de cierre del fin de semana y con mucho vino encima, salió el tema “rifle”.

El dueño del campo habló durante 45 minutos sobre el rifle que había heredado de su padre y el de su abuelo y el de su bisabuelo y así hasta llegar a la importancia que había tenido el rifle en la conquista del desierto y que los indios y bla bla bla. Yo tenía puesta música funcional adentro de mi cabeza desde que el flaco empezó con lo de la escopeta, no escuché con atención nada de su perorata, pero, y juro que no se porque, seguramente producto de la desinhibición y el embotamiento del alcohol dije: “Como objeto el rifle me parece anticuado y afeminado, y no lo digo por tu bisabuelo y su cacería de indios, prefiero toda la vida un revolver como el que usan los canas”.

Por esas cosas extrañas de la vida, imaginen que la película se corta y me ven a mi con este grupo de cuatro homosapiens, novios de las amigas de mi mujer, en un bosquecito bastante alejado del lugar donde habíamos estado comiendo el asado.

Podría relatarles sin mucha precisión que, oh casualidad, también había un revólver en el campo. Que algo apostamos, que yo acusé al del rifle de no se que cosa y que el otro me dijo que yo tenía cara de no haber usado nunca un revólver en la vida, que yo le contesté que iba todos los fines de semana al Tiro Federal con mi viejo, y toda una caterva de mentiras que los espantarían.

Vuelvo al bosquecito.

Piensen en un tipo como yo, con un pistolón negro, lustroso y cargado. Al lado mío el dueño del campo, tataranieto fascista de Juan Manuel de Rosas, o el prócer más poronga que se quieran imaginar, con una escopeta antiquísima en los brazos y apuntando a unas latas a 30 metros de distancia, con los ojos como bolas de fuego, presto a limpiar el buen nombre de la familia que el tonto de mi había mancillado.

Preparen, apunten y manga de borrachos: disparen.

De mi arma no salió absolutamente nada, no se bien porque, o si, la verdad es que no tenía la menor idea como sacar seguros, apretar los botones o lo que sea que habría que haber hecho. Pero el verdadero espanto le pasó a mi anfitrión. El rifle, como en los dibujitos, disparó para atrás, no digo que se allá inflado porque alguien puso un corcho, pero algo así pasó y el tiro señores, o la explosión de lo que debió ser el tiro, salió por la culata!!!!

No fue un drama absoluto pero el buen “patricio” necesito la debida internación hospitalaria y unas cuantas semanas de curas y apósitos.

Juramos, sin embargo, no contar nada de los pormenores a las "chicas", porque aún con nuestras diferencias nos unía el temor al despotismo femenino.

Eso si, nunca más nos invitaron a ningún lado, mi mujer cada vez que surge el tema me comenta que no se imagina porque.

Así que ya saben, el Dumey es Gorila.